sábado, 25 de abril de 2009

Cambios jurídicos y cooperación con EU.

Publicado el 9 MARZO 2009.
Momentos cruciales para el Ejército... En julio y agosto, medidas especials vs. el narco

JORGE ALEJANDRO MEDELLÍN

La transición a la democracia en México está fracturada. Con ella quedaron rotas o truncadas las vías para modernizar, readecuar o atemperar a instituciones vitales para la subsistencia del sistema político mexicano.

Entra estas destacan las fuerzas armadas, no solo por la grave coyuntura en materia de inseguridad que vive el país y por la errática respuesta del gobierno ante la acción del crimen organizado.

La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la Fuerza Aérea Mexicana (FAM), y la Secretaría de Marina-Armada de México (Semar), viven momentos cruciales, quizá decisivos, no solo para responder en lo inmediato al reto de la actividad delictiva de los siete cárteles de la droga que operan en México, sino para reestructurarse, depurarse, diseñarse de nuevo como instancias modernas más allá de sus propios lastres y sellos partidistas.

De no hacerlo, la predicción de general Guillermo Galván formulada en el histórico informe “Panorama General de las Fuerzas Armadas Mexicanas, Octubre 2007”, se cumplirá al pie de la letra y en menos de cinco años el país no tendrá garantes de la soberanía, ni de la seguridad interior y mucho menos exterior, sino un esquema de seguridad fragmentado, altamente vulnerable, desgastado, inútil y una estructura militar mediocre, corrupta, añeja, inoperante, desautorizada por la sociedad civil.

Pero no es sólo culpa o responsabilidad de los militares mexicanos. La otra parte que explica sus limitaciones se encuentra, curiosamente, en el exterior, en las oficinas de instancias como el Centro de Investigación y Seguridad nacional (CISEN), en los recintos en los que se manejan las agendas de inteligencia de la PGR o de la Policía Federal Preventiva (PFP) e incluso de la Agencia Federal de Investigación (AFI).

En esos lugares se ha construido también la debacle de los órganos de inteligencia mexicanos, que hoy más que nunca aparecen divididos, recelosos en la cooperación anticrimen, sectarios en la aplicación y compartición de sus archivos y por ende del control de la información altamente sensible que, por ejemplo, ha hecho que el Ejército tenga al 25 por ciento de sus tropas operando en la XII Región Militar, en los estados de Coahuila y Chihuahua.

Allí se concentran más de 15 mil soldados, una treintena de generales, decenas de jefes, centenares de oficiales y miles de elementos de tropa en lo que quizá sea un esfuerzo final por acabar con las expresiones más crudas del narco (no de acabar con el narco en sí, porque eso es imposible) en el norte del país.

En estos días, los altos mandos militares y sus asesores, la gente con mayor experiencia en el medio militar, sostienen encuentros sin parar, se reúnen y diseñan y rediseñan estrategias para abrir flancos de acción y, por desgracia, cubrir otros que han quedado sin reguardo, como es el caso de las campañas de erradicación de cultivos ya sea por tierra o por aire.

Los datos sobre el fracaso de estas agendas que desde 2007 quedaron en manos de la Fuerza Aérea Mexicana son contundentes. En el gobierno de Felipe Calderón se han erradicado poco más de 3 mil 740 hectáreas de plantíos de enervantes, mientras que con Vicente Fox se erradicaban por aspersión y a mano un promedio de 12 mil hectáreas al año entre 2000 y 2004.

Una de las explicaciones sobre este punto tiene que ver con la incesante ocupación de las tropas en el combate frontal al narco, en un esquema que mantiene a 45 mil soldados en tareas de lucha durante periodos de 40 días, tras los cuales son relevados por otros 45 mil efectivos.
Es decir, 90 mil elementos en activo, en total, casi la mitad del Ejército y Fuerza Aérea juntos en una sola misión.


El desgaste ha sido severo. Los costos y consecuencias se traducen hoy día en medidas que algunos comenzarían a llamar desesperadas. Una de ellas se materializará entre julio y agosto de este año y afectará a la cantera militar en forma insospechada.

Y es que a estas alturas comienza a haber dificultades en el alto mando para echar mano de tropas frescas para cubrir los huecos que está dejando –entre deserciones, bajas, agotamiento y hartazgo– el combate al narcotráfico.

Carentes de presupuesto y de programas reales de modernización que no sólo se limiten a compra de armamento, sino que aborden modificaciones a su estructura operativa y conformación de mandos, que consoliden una división y separación de las armas que culmine en una auténtica estrategia de lucha contra el crimen organizado, las fuerzas armadas mexicanas siguen navegando en la improvisación para atacar a un enemigo al que jamás visualizaron en su verdadera magnitud, ni en las aulas ni en el teatro de operaciones.

CENTINELA…
Uno.- Los ojos del Gran Hermano (léase gobierno de los Estados Unidos y sus agencias de espionaje) tienen una presencia en nuestro país, calculada en al menos 400 “primos” que interactúan diariamente con usted, conmigo, con todos mundo desde diversos e insospechados “frentes”, informando a sus jefes sobre lo que ocurre a cada paso en los rincones del país.

Tan solo en la embajada de los Estados Unidos operan 16 agencias de inteligencia. De éstas, 6 están ligadas al Pentágono, es decir al ala militar de la Casa Blanca.
Este nicho de inteligencia mantiene dispersos a alrededor de 4 mil informantes al servicio del gobierno norteamericano.
¿No se siente usted más seguro y protegido con tanta vigilancia…gringa?

Dos.- No se ponen de acuerdo en la Secretaría de Marina y en la Cámara de Diputados sobre la presunta participación de la de dependencia -en un esquema más amplio y directo- en el Operativo Conjunto Chihuahua.

Mientras el legislador César Duarte asegura a los medios que la Marina ya es parte del fracasado operativo que encabeza la Sedena, los voceros navales dicen que no hay tal, que no se ha aprobado nada al respecto. Total, entre más desorden, ni quien se fije.

Tres.- Por cierto, mientras la Armada de México se muestra muy favorable a una integración abierta y sin prejuicios con las fuerzas navales norteamericanas (Servicio de Guardacostas) para crear un frente antinarco, la Sedena sigue resistiéndose y al parecer sólo aceptará renovar los acuerdos de adiestramiento militar, de materiales de guerra y de implementos contemplados en la Iniciativa Mérida como parte de los acuerdos con el almirante Mike Mullen, Jefe del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas norteamericanas.

No hay comentarios: