jueves, 23 de abril de 2009

Lastres históricos en el combate al narcotráfico.

Publicada el 20 octubre 2008.

La honestidad del presidente o por qué no podemos con el narco
JORGE ALEJANDRO MEDELLÍN

Lastres históricos en el combate al narcotráfico

Felipe Calderón no tenía otra opción cuando reconoció, en la argumentación de su iniciativa de Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que "en el combate al crimen organizado se carece de un sistema nacional de seguridad pública articulado en una estrategia nacional".

A dos años de gobierno y en el actual panorama de desgaste y fractura en el combate a la inseguridad en el país, el presidente simplemente hizo pública una realidad existente desde hace décadas: la endeble e insuficiente “estrategia” antidrogas de México.

El planteamiento y operatividad del modelo de seguridad del régimen no resiste el menor análisis. Calderón señaló en su exposición de motivos que en México, vivimos la “desorganización de las capacidades del Estado para hacer frente al fenómeno delictivo y el fortalecimiento del flagelo criminal”.

“Se llega al extremo –dijo– de no compartir la información de inteligencia para el combate al crimen”.

Calderón no mintió ni exageró en nada. Tampoco lo hicieron los militares que encabezan y han llevado el mando de la desgastante y cada vez más compleja lucha contra los cárteles de la droga.

Semanas antes de que el presidente Felipe Calderón y sus asesores decidieran quien lo acompañaría durante su gobierno como secretario de la Defensa Nacional, tuve la oportunidad de reunirme por separado con tres de los candidatos más fuertes que en aquellos días esperaban nerviosos el razonamiento final.

Sergio Ayón Rodríguez (Comandante del Primer Cuerpo del Ejército), Juan Alfredo Oropeza Garnica (ex Director de Industria Militar y ex Comandante en la VIII Región en Ixcotel, Oaxaca) y Guillermo Galván Galván (entonces Subsecretario de la Defensa Nacional), explicaron en aquellos acercamientos varias cosas, entre ellas qué harían si la selección presidencial los favorecía.

Desde su perspectiva, los tres generales coincidieron en el diagnóstico, en el remedio y también en el pronóstico del problema cuando les pregunté cómo resolver el tema del papel del Ejército en la lucha contra el narcotráfico.

Las interrogantes eran –y son– ¿qué hacer con los militares metidos en el combate a ese fenómeno? y sobre todo, si la guerra contra las drogas existe como tal, si tiene pies y cabeza, si la respaldan una estrategia, un planeamiento, un fin, uno o varios objetivos y, en todo caso, en qué herramientas se apoya esta lucha.

Los tres construyeron sus respuestas como crudas realidades, comenzando por reconocer que no existe guerra contra las drogas, porque simple y sencillamente, no existe ni ha habido estrategia clara, precisa, para atacar el fenómeno.

Siempre hemos sido reactivos, adecuando, readecuando y reeditando planes, iniciativas y directivas conforme el fenómeno ha ido presentando retos y sinergias, pero la verdad -me decían-, es que una estrategia contra la actividad y evolución de los cárteles de la droga…no existe, no la ha habido.

No hay tampoco planeamiento a mediano o largo plazo, ni objetivos claros ni metas cuantificables y medibles por la sociedad civil, por los legisladores, por organismos no gubernamentales.

Los objetivos se van dando sobre la marcha o como los van dictando los gobiernos en turno.

Además, añadían, está la cuestión del dinero, de los recursos para armar, modernizar y llevar a las tropas un paso adelante de los cárteles, porque dinero es precisamente lo que le sobra a esa gente.

La realidad del fenómeno que ha rebasado por completo a todas las instituciones del país, incluyendo al Ejército, y acabó por superar también los planes y previsiones de Galván, Oropeza y Ayón.

Hoy, el narcotráfico ha obligado al Ejército y Fuerza Aérea mexicanos a enfrentar con todo lo que tienen a un fenómeno que se extiende por el territorio –o casi¬–, que ha cobrado al menos 3 mil 800 vidas en lo que va del 2008, que comienza a demandar cada vez más recursos económicos y espacios en la agenda de temas sin resolver en este país y que llevará en los próximos meses a las fuerzas armadas a un nivel inédito en su participación en la lucha antidroga.

CENTINELA...

Generales y jefes se mueven a interior de la Sedena en una intensa dinámica de consultas, reuniones y cabildeos con una finalidad específica y delicada: impulsar los cambios que se requieran para tomar el control del aparato de inteligencia del país en el combate al crimen organizado.

Hay en ellos preocupación e interés por la creación de una Policía Nacional, por su conformación y manejo, pero sobre todo por la posibilidad de que un civil pueda controlar un estado de fuerza de poco más de 400 mil efectivos, es decir, el doble de los elementos con que cuentan el Ejército y la Fuerza Aérea.

Para un grupo de mandos tal escenario es impensable. Si llegase a haber un cuerpo de Policía Nacional, su control y coordinación deberán ser castrenses, con escrutinio civil sostienen. Al tiempo.

No hay comentarios: