jueves, 14 de mayo de 2009






El enojo de los militares… La amnesia de De la Madrid…

JORGE ALEJANDRO MEDELLÍN

(AUDIOS DE LA ENTREVISTA A MIGUEL DE LA MADRID)


SEDENA-CISEN… DESENCUENTROS

Las revelaciones periodísticas de Milenio sobre la torpe y extraña licitación convocada por el máximo órgano de la inteligencia civil del país para asegurar bienes muebles e inmuebles, no solo han repercutido en varias direcciones y oficinas de la Secretaría de Gobernación.

Uno de sus impactos más duros ha sido en la Secretaría de la Defensa Nacional, en donde al menos 10 militares están asignados al control e intercambio de información sensible sobre crimen organizado, terrorismo y tráfico de armas.

Los nombres de los militares, cuyos grados van desde tenientes hasta capitanes primeros, aparecieron en la página del sistema Compranet y estuvieron ahí durante seis meses hasta el día de ayer, cuando Segob ordenó que toda la información fuera retirada del sitio.

Para la Sedena el problema a raíz de la monumental y extraña pifia de Gobernación, radica non solo en la identidad de sus hombres al interior del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), sino en el status de sus jefes y oficiales.

Esto, porque los agentes de la Secretaría de Seguridad Pública Federal (SSPF) que están adscritos al CISEN sí cuentan con el beneficio de mantener su identidad y datos en un sistema de encriptación, por lo cual la información sobre ellos no fue difundida en Compranet.

No ocurrió lo mismo con los oficiales de la Sedena. Sus datos básicos están ahí y a ellos tuvo acceso quien logró enterarse de la fallida y maloliente licitación convocada, porque la Ley de la Administración Pública Federal exime a la Sedena, a la Armada de México, a la PGR, a la SSP, a la PFP y al CISEN de hacer públicas las licitaciones que requieran, precisamente para no vulnerar la secrecía de la información manejada.

Por el momento la Sedena no cambiará a su gente, aunque se espera una muy probable y obvia reasignación de sus elementos para evitar situaciones graves y problemas mayores con ellos.

Además, el Ejército acababa de entregarle a la Segob un estudio especial, una Guía de Riesgos en la que se determinaban las vulnerabilidades y puntos a fortalecer en la dependencia que encabeza Fernando Gómez Mont.

Pero el asunto tiene más tela de donde cortar, ya que el affaire CISEN también exhibió la limitaciones de la propia Sedena que tampoco fue capaz de enterarse durante …¡seis meses! de la abismal torpeza del CISEN y Segob.

INCAPAZ, MAS ALLA DE LOS PINOS

Los hilos más tensos y tenebrosos del viejo sistema priista se activaron ayer como pocas veces ocurrió en los años dorados de la dictadura perfecta.

Los monosílabos, las frases escuetas aunque claras y coherentes de Miguel de la Madrid Hurtado, oscuro y mediocre mandatario entre 1982 y 1988, cimbraban el ánimo de un par de generaciones de políticos del Revolucionario Institucional, de varias familias intocables y de decenas de ex policías y gente de la milicia conforme respondía a las preguntas de la periodista Carmen Aristegui sobre las corruptelas de los hermanos Salinas de Gortari.

La tragicomedia en que acabó convirtiéndose el asalto priista a la razón, que comenzó con los desatinos y audacias de Luis Tellez Kunzler al señalar que Carlos Salinas se había robado la partida secreta de la Presidencia de la República, continuó con la demostración de cinismo de Carlos Ahumada en su libro de santos contra pecadores.

El siguiente episodio lo protagonizó Roberto Madrazo Pintado, frustrado ex candidato a la Presidencia, cuestionable maratonista y lamentable publicista de sus propias obras, al señalar deslizar acusaciones sobre el involucramiento de los ex mandatarios Ernesto Zedillo y Vicente Fox con los cárteles de la droga.

A mayor abundancia, el tabasqueño señaló con todas sus letras que Zedillo negoció con la gente del cartel de Juárez y que Fox había pactado con los líderes del cartel de Sinaloa.

No está claro si los señalamientos motivaron a Carmen Aristegui a buscar el encuentro con De la Madrid o si éste fue quien seleccionó a la periodista para decir lo que dijo y que luego, burda y penosamente, negó haber dicho horas después de difundida la entrevista.

De inmediato, lo viejos hombres duros del priismo militante y de la tenebra contactaron a la gente adecuada para hacerle saber al ex presidente gris, de todas las formas posibles –por las buenas y por las peores– que también tenía un pasado muy difícil de explicarle a propios y extraños.

El affaire Salinas fue desactivado en menos de 24 horas, entre el estupor de la clase política , el susto de los beneficiarios oscuros del sexenio de los Salinas y la incomodidad del panismo que todo lo pacta.
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lunes, 11 de mayo de 2009

Código Rojo en Durango. Sedena crea grupo especial vs. sicarios.

JORGE ALEJANDRO MEDELLÍN

El radiograma en el que se detallaba el hallazgo de otros dos militares ejecutados por sicarios del narcotráfico, ahora en Durango, llegó de inmediato a las manos del jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, con la confirmación de la muerte de los tenientes José Antonio Cabrera Rosas y Jesús Sánchez Meléndez, ejecutados a tiros en un paraje cercano al poblado de Guanaceví.
Por eso la reacción de los mandos militares fue inusitada y se ordenó la formación de un grupo especial de búsqueda y rastreo para dar a la brevedad con los responsables de los asesinatos a tiros de los dos oficiales.
La doble ejecución ocurrió el 21 de abril, tan solo tres días después de que el Arzobispo de Durango, Héctor González Martínez, abriera la boca para comentar en una conferencia de prensa que el Chapo Guzmán vivía cerca, precisamente en Guanaceví, que todo el mundo en el estado lo sabía menos la autoridad federal.
Se equivocó Monseñor. La Sedena lo sabía y por eso el nerviosismo de los sicarios que cuidaban las espaldas del líder del cártel de Sinaloa, que se sintieron muy incómodos con la presencia de los tenientes cerca de Guanaceví.
Los múltiples “halcones” con que cuenta el narco les indicaron que los tenientes andaban cerca y que ya tenían tiempo en la zona.
Lo cierto es que los militares estaban bajo la mira de sicarios civiles y de ex compañeros de armas quienes lo estaban triangulando, porque acababan de enviarlos desde Tamazula y Santiago Papasquiaro hacia las inmediaciones de Guanaceví para conocer detalles sobre el diseño de una operación en Durango.
Al parecer todo se precipitó por las declaraciones del Arzobispo. La Sedena ya había avanzado en la operación, al menos en los primeros pasos del planeo, cuando el prelado abrió la boca y sacudió a la gente de Sinaloa.
Los reportes de inteligencia de la Sedena indican que las cosas se precipitaron y que los sicarios no esperaron más; las declaraciones de González Martínez y la presencia de los tenientes fueron demasiada coincidencia.
Decidieron cortar por lo sano y eliminar a los militares que ese día estaban francos, de descanso.
Dos días después de las ejecuciones y tras las evaluaciones del alto mando, se decidió no solo agrupar a un par de secciones del 71 Regimiento de Infantería para peinar la zona y rastrear a los asesinos.
El alto mando fue más allá y ordenó la creación de un grupo especial para dar con los ejecutores, solo que hubo un inconveniente: todos los grupos especiales estaban asignados a operaciones en proceso en el norte y occidente del país o estaban en adiestramiento.
Si no había gente disponible entonces había que conseguirla entre los que más experiencia tuvieran. La solución del alto mando fue crear una especie de batallón integrado por 500 hombres, 500 militares en retiro que poco a poco se han ido integrando al grupo desde hace casi un mes.
Dicha unidad no está completa aún, pero se sabe que un general brigadier en retiro la encabezará, y que con él estarán varios oficiales que hace un par de años habían dejado el servicio activo.
El Ejército sigue buscando a los asesinos de los tenientes José Antonio Cabrera Rosas y Jesús Sánchez Meléndez, porque no se trataba de militares comunes y corrientes.
Lo hace intentando conjuntar una fuerza de 500 hombres, casi un batallón, porque sabe bien que cuando los encuentre su captura no será precisamente un día de campo.