sábado, 25 de abril de 2009

Apertura y cerrazón en las FFA.

Publicado el 10 ABRIL 2009.

La Armada, a la UNITAS 50... El Ejército ¿al desprestigio en Chihuahua?

JORGE ALEJANDRO MEDELLÍN

Es un hecho la participación de la Armada de México en los ejercicios navales UNITAS 50 o UNITAS Gold, con los que se celebrará desde la próxima semana medio siglo de operaciones internacionales conjuntas entre diversas marinas del continente, encabezadas y coordinadas por los Estados Unidos.

Es precisamente este punto el que sigue erigiéndose en centro de la discordia para los mandos de la Defensa Nacional y de la Marina, además, claro, de sectores conservadores (léase PRI) y de pretendida avanzada democratizadora (léase PAN).

Los primeros, en Lomas de Sotelo, siguen empeñados en sostener una doctrina de aislamiento, anti intervencionista, separada de la evolución que en las últimas dos décadas han vivido las fuerzas armadas del continente.

En la región y en otras latitudes se ha transitado en los últimos tiempos por reformas y modificaciones que han dado como resultado la llegada de mandos civiles a las altas esferas militares, la creación de Comandos Conjuntos y reestructuraciones a fondo, con Estados Mayores en los que conviven armas separadas (de tierra, mar y aire y no subordinadas), y con presupuestos, controles civiles y administrativos claros y cercanos a la transparencia total y con Libros Blancos que son perfectibles y no caricaturas como los 13 cuadernos o folletos o manuales confeccionados en tiempos del general Clemente Vega.

Otros mundos.

A este sector de las fuerzas armadas mexicanas le asiste la razón al querer mantener el status quo tal y como está, sobre todo en estos momentos de apremio y respuesta de mano dura, de “securitización del Estado”, como la llama Raúl Benítez Manaut.

Sus servicios son hoy, más que nunca, apreciados y requeridos ante el embate de la violencia de los cárteles, que no habrían alcanzado tal poder de no haber sido por la protección y complacencia de las esferas del poder político, militar, judicial y administrativo del país.

Los militares son reacios al cambio, porque ello implicaría la reducción de sus espacios, de sus canonjías, y en muchos casos, el fin de la impunidad.

Por eso en la fracturada y malograda transición a la democracia que se vive en México, las reformas en el terreno militar son inexistentes, son inconvenientes y de alto riesgo.

Así se pactó con el foxismo y así se conservó el acuerdo en la era de Calderón. Por eso la creación de la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (FEMOSPP) fue un fracasado desde su concepción y planteamiento.

Nada contra los militares, se acordó. El propio ex fiscal Ignacio Carrillo Prieto reveló hace unas semanas al autor de este espacio que representantes personales de Luis Echeverría Álvarez (LEA) lo amenazaron directamente y advirtieron además que si Vicente Fox ordenaba proceder en contra de LEA penalmente, el panista guanajuatense no terminaría su mandato.

Hoy (sic), los militares insisten hábilmente en cerrarse al exterior, en mantener el control de feudo para evitar que se abra una Caja de Pandora sobre la que no tendrían control. Paradójicamente asumen el mando policíaco-militar en una situación sin parangón, salvándole el pellejo al régimen y esperando, más allá del deber patriótico, mantener con ello el status, las cosas como están, sin alteraciones.

Sería lo justo, piensan. Hoy por ti…

Por eso el Ejército no se involucrará en operaciones conjuntas con otros países. La doctrina – y algo más– se los impide.

Para eso está la Marina. Para responder en los hechos a las presiones discursivas y diplomáticas del presidente Barack Obama y de su gente en el Pentágono.

No cejarán en sus intentos por sumar a las fuerzas armadas al Comando Norte o a algún otro instrumento de cooperación que implique presencia bélica mexicana, como los Cascos Azules de la ONU.

El Ejército se mantendrá en sus trincheras doctrinarias y de reposicionamiento político en la actual coyuntura anticrimen.

El teatro de operaciones es ideal, o quizá no tanto. Las violaciones a los derechos humanos de mujeres, adultos y niños comienzan a aflorar con más fuerza en la medida en que los militares intentan cumplir el papel de policías para el que ni están preparados ni se les adiestró.

Los manoseos a las mujeres, las intimidaciones a jóvenes y las intimidaciones a adultos mayores, como un primer nivel de abuso, aparecen una y otra vez en Ciudad Juárez.

En cuestión de meses el prestigio y apoyo que la población les ha conferido por años, puede irse a la basura. Son los riesgos, ¿no?

¿Quién pagará por los abusos?, ¿Quién juzgará a los responsables?, ¿será la impunidad uno de los botines de guerra?

En cuanto a la Marina, ignorada, con armamento y material bélico anticuado, reforzado apenas en el contexto de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 (hace 8 años), sus mandos sostienen otra doctrina, otra idea sobre la inserción gradual, pero efectiva, de la institución en un mundo del que ha estado aislada como consecuencia de la inercia nacionalista y hermética de los gobiernos priístas.

¿Son estos otros tiempos? La Marina lo quiere ver de ese modo.

Por eso, por el fogueo y la experiencia en juego, el cabildeo con los senadores es intenso, pese a la torpeza y el desconocimiento de los militares norteamericanos acerca de las formas y los tiempos legislativos en México.

NUNCA SEAN POLICÍAS.

Por lo demás, quien mejor que un militar de larga carrera y reconocimiento como el general (retirado) Rigoberto Castillejos Adriano para recomendar a sus compañeros de armas la mayor prudencia y cuidado en el manejo de sus carreras, y advertirles sobre los riesgos y el desprestigio que se llevarían si se meten a hacerle de policías, en cualquiera de sus acepciones.

Dice el general Castillejos en sus recomendaciones a los compañeros de grado que en el activo, que hay que “evitar cualquier puesto relacionado con la seguridad pública, ya que esto puede ocasionar la pérdida del prestigio que se logró acumular durante su carrera, o que se ponga en riesgo la integridad física (Fuente Revista del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos. Época IV, año 102, Enero de 2008. Pag. 72).

No se equivoca el general, aunque el consejo ahora no sirva de mucho, especialmente en Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa, Guerrero, Sonora, Zacatecas, Durango, Baja California, Oaxaca, Chiapas, Estado de México, Michoacán, Veracruz, Tabasco, Quintana Roo, Yucatán, Puebla y Campeche, entidades en las que la seguridad pública está en las manos del Ejército Mexicano en mayor o menor medida.

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